El enoturismo en Mallorca, una experiencia gastronómica y cultural
Llega septiembre, el otoño asoma y, con él, un momento clave para el enoturismo: la vendimia. Aunque la isla de Mallorca sea mayoritariamente conocida por ser un destino del sol y playa, hay muchas sorpresas que esperan al visitante, íntimamente ligadas con su patrimonio rural. Practicar enoturismo en Mallorca es, sin ir más lejos, una experiencia en auge, gracias a la riqueza y calidad de variedades que ofrecen Denominaciones de Origen como la de Pla i Llevant, en el centro de la isla, o la de Binissalem, en el norte.
Eso por no mencionar la estrecha relación entre la Sierra de Tramuntana, Patrimonio Mundial de la Humanidad, y numerosos viñedos centenarios y bodegas que jalonan su escarpada orografía. Unos lugares mágicos en donde conocer más de cerca aspectos ligados al mundo rural, a la gastronomía y a la cultura milenaria de la isla, practicando a su vez ecoturismo.
Dentro de la amplia producción vitivinícola de la isla, cabe destacar el auge que ha experimentado en los últimos años el vino ecológico. Según el Consell Balear de Producció Ecològica (CBPAE), en Baleares hay hasta 14 productores, de los cuáles 12 están en Mallorca. El clima mediterráneo favorece, en este contexto, la adaptación de los viñedos al cultivo ecológico, ya que las necesidades de agua y fertilizantes son menores.
La riqueza paisajística y de los suelos de muchos rincones de las islas hace el resto, favoreciendo este pujante sector, ideal para conocer otra faceta del enoturismo en Mallorca. Sobre todo porque contribuye a la conservación de la biodiversidad local y de variedades autóctonas de viñedos, tal vez menos productivas en algunos casos, pero de gran calidad y muy saludables.
Además de este compromiso ético por parte de los productores, es innegable que también existe detrás una rentabilidad económica, que no sólo reside en la venta directa del propio vino, sino también en la diversificación de actividades. Algo fundamental para una isla tan turística como Mallorca.
Bodegas ecológicas como Son Sureda Ric o Can Majoral, por ejemplo, organizan actividades y visitas concertadas en sus instalaciones, que normalmente incluyen catas o degustaciones de producto, También los hay que combinan el vino ecológico con la producción de aceite ecológico, como Es Verger en Esporles. Claros ejemplos todos de que la innovación y la calidad pueden ir de la mano, no sólo de la producción agrícola, sino también de un sector turístico que requiere cada vez más un mayor ingenio.